De lo que te encuentras, por Marichón Castillo.


Cándida pasea por el bosque descalza. Su intención es ponerse en contacto con la madre naturaleza a través de la energía que recibe en sus pies.

Pisando  hierba. Hojas secas. Humedecidas por el rocío de la mañana. Oxigenando su sangre con el frío que entra por su nariz puntiaguda. Expandiéndose en sus pulmones. Llenándolos de vida. Agudizando sus sentidos. Relajada. Encontrando su paz interior.

Han transcurrido cuarenta minutos de caminata cuando escucha algo tras de si.

-        sssshhh, ssshhh

Alguien está intentando llamar su atención.

-        ssshhh, ssshhh

Cándida se gira pero no logra ver a nadie.

-        ssshhh,ssshhh

-¿Hay alguien ahí? Pregunta Cándida.

-        Si, estoy aquí.

-¿Quién me habla? No veo a nadie

-        Aquí. Estoy aquí abajo.

-        ¡ Oh Dios mío! ¿ Eres tu quien me habla?

-        Si, soy yo.No te asustes por favor. Necesito tu ayuda.

 ¡Pero que locura es esta! Mi hermana tiene razón. Estoy perdiendo la cabeza. No he debido dejar  de tomar las pastillas que me recomendó el médico.

-      No estás loca. De verdad que necesito que me ayudes. Ayer por la noche me caí a causa del fuerte viento. Necesito regresar a mi hogar antes del atardecer.

(Cándida, aún incrédula pensaba para ella.)

Tiene el gesto triste.Envejecido.Cansado. Lleva millones de años haciendo el mismo trabajo cada noche. A pesar de no ser vista durante unos días. Ella siempre está observando. Nos guía. Nos ayuda. Nos acompaña. Transmite serenidad.

Cándida está decidida. La ayudará.
  
-        No se como hacer para que regreses.

-        ¡ No te apures! Solo tienes que lanzarme hacia arriba con todas tus fuerzas.

-        Me encuentro muy débil. Tengo pocas fuerzas. Caerás al suelo otra vez.

-Piensa que eres capaz de hacerlo. Ten fe. Cree en ti.

Así lo hizo. La cogió con dulzura.De la misma manera que se coge a un bebe recién nacido. Le dio un beso y le regaló su mejor sonrisa.

-        Ahí vas, mi amiga. Suerte y buen viaje.

La lanzó al cielo con todas sus fuerzas. Consiguió que la Luna regresase a su hogar.

Desde entonces, Cándida pasea por las noches. Si se siente sola, solo tiene que mirar al cielo. Sabe que su amiga siempre la acompaña.

1 comentarios:

Carmen Gomez dijo...

Un paseo muy poético el de Cándida. La luna nos influye iguál que a las mareas puesto que somos mayormente agua.La sensibilidad de Cándida, que no la locura, ha devuelo la luna a su espacio. A veces se confunden estos términos.

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