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Azarosos amores, por Rosario Jaenes

Celia a los trece años tuvo su primer novio cuando vivía en su pueblo. Un sinvergüenza que la inició en las artes del amor, aunque no lo hicieron. Sólo  se satisfacía él. A los quince conoció a Jerónimo que simplemente la besó, eran otros tiempos. Cuando tenía diecisiete tuvo una breve relación con Juan Antonio, que también simplemente la besó.

 A los dieciocho apareció el que creía el amor de su vida, apodado el “Saltamontes”, era alpinista en un ciudad muy llana del valle del Guadalquivir.Viajaba mucho ¡claro está¡ para buscar las montañas.  La relación duró seis meses. Con él avanzó en el erotismo, aunque ella seguía virgen.

Vinieron muchos más, pero la historia se repetía; Celia tenía miedo de quedarse embarazada y de lo que pudiera montarle su madre si esto se producía.

Pero ya harta de no saber lo que era hacer el amor conoció a José Pablo en una fiesta y entre copa y copa, acabó en un manido “seiscientos” culminando el acto perseguido. Lloró, sangró y se sintió muy desolada porque aquello que anhelaba no era el afecto que buscaba y creía.  La historia no duró nada, ya tenía veintisiete años.

 Aparecieron más amantes y también tiempos difíciles, al dejar sin trabajo a su padre, el único que trabajaba con ocho hijos a los que mantener.

Tuvo que abandonar su cómoda vida y trabajar en  lo que podía. Le surgió un trabajo que ella creyó era apropiado tanto en lo personal como en  lo ideológico .Estaba muy contenta compartió comidas, charlas, avanzó mucho laboralmente. Pero había una compañera de una localidad cercana que su salario no estaba equiparado al de los demás e interpuso una demanda a la dirección. Como no surtió efecto desencadenó en una huelga, en la que hicieron participar a Celia que sólo era contratada. Llegaron a una negociación con la compañera de la protesta, que   consiguió lo que quería y Celia por participar fue a la calle, comprendió que “las ideas no tienen nada que ver con las malas ideas”

Durante el tiempo que estuvo trabajando en esa empresa, tuvo dos amantes uno que la hizo sufrir mucho y un breve romance  muy placentero. Hoy, todavía piensa que si hubiera luchado por aquel hombre sería el  de su vida. En los pocos encuentros que tuvieron durmieron y desayunaron juntos unas cuantas veces; él no quería comprometerse, pero sus ojos no mentían cuando miraban a Celia

Celia hoy en día no tiene compañero, pero ya se ha acostumbrado a estar sola y cuando va de tiendas a un gran almacén la sección de hombres carece de importancia.

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