Estoy ante el fatídico folio en blanco. Creo que empiezo mal por varios motivos: Primero porque el único bolígrafo que he encontrado ha sido un bolígrafo rojo y a mí, siempre me han dicho que no se debe escribir con bolígrafos rojos.
Segundo, que tengo justo en frente a mi hijo David preguntándome que es lo que he puesto en un bol a modo de postre; he parado de escribir y le he contestado. Además, tengo puesta la tele y se supone que no voy a poder concentrarme. Creo que todo esto no va a ayudarme en esta nueva tarea que me dispongo a emprender. Me voy a otro sitio… Pensándolo bien, no tengo ganas de levantarme de este sofá de cuero verde que me acoge tan blandito y confortable. El próximo día buscaré otro sitio donde trabajar.
No debería de plasmar en este folio nada preconcebido, pero no puedo evitar escribir algo que tenía pensado y me encanta decir: Me apasiona la tormenta porque despierta mis sentidos y odio el sol porque marchita mis células.
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