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Me gusta, no me gusta, por Matilde López de Garayo

Del amplio abanico de “cosas” que me gustan y no me gustan me centraré en una sola.

La palabra “cosa” no me gusta.

Es muy socorrida, ¡si ya lo sé!, pero no viene a decir nada o .., quizás todo, es un amuleto verbal y como tal,  de tanto frotarlo se puede desgastar.

Con la gran riqueza lingüística que posee el castellano, deberíamos concretizar más la palabra “cosa”, ¡CLARO ¡ qué en este primer ejercicio para romper el hielo, lo mejor es decir “cosa”, y así cada uno lo interpreta como quiera..

Por el contrario me gustan las palabras; ente, cuerpo, elemento, objeto, pieza, finalidad, propósito, objetivo, fin, intención, componente, ingrediente, fundamento, molécula, origen, sujeto, sabor, placer, voluntad, gracia, estilo y un gran etcétera de palabras que  obviamos para sustituir por ¡Cosa!.

                                                                                                                      (10/10/2011)



Me gustan los ojos de mis sobrinas Alejandra y Mª José.

Son ojos grandes, rodeados de densas y largas pestañas. El iris es de color verde, con motitas marrones, aunque esto no quita para que la tonalidad cambie con la luz, haciéndolos más oscuros y azules.

Cuando me miran noto su calor y cariño, y le acompaña una espontánea sonrisa. Me tienen conquistado el corazón.
...

No me gustan las uñas de mis pies. En especial las de los dedos pequeños y la del dedo gordo del pie derecho. Están deformadas y crecen hacia arriba creándome una protuberancia, que me molesta con los zapatos de deporte.

Me las tengo que limar hasta que quedan igual que las demás.

Los fetichistas de pies no estarían contentos conmigo.

...

Me gusta nadar, deslizarme por el agua y notar su roce suave por mi cuerpo cuando se desvía  por los lados como un séquito que me estuviera saludando.
Sumergirme imaginándome un ágil pez. Flotar bocaarriba y mirando el cielo pensar en el vacío, en la libertad de no estar atada a nada...

...        

No me gusta el ruido, se mete en mi cabeza y parece que me la quiere reventar, a veces me he tenido que salir de las discotecas o de los Púb. Llevo tapones a todas partes, incluso me los pongo en el cine para amortiguar los decibelios. Mis acompañantes ya no se asombran de esta “manía”.

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