En el mar, por Marichón Castillo.

Eran las ocho de la mañana. Estaba descalza. Sentada sobre una de las pequeñas barcas que descansaban en la arena.

O bien viene y se acerca, o bien se va y se aleja. Estas eran las frases que recordaba estar pronunciando cuando un anciano, flaco y larguirucho se aproximó a ella.

-Buenos días joven

 -Buenos días Señor

 -Las olas del mar es lo que tienen, cuando llevas un rato observando, ya no sabes si vienen o van.
 -¿Entiende usted de olas? Dijo la chica

  -Algo sé. Pero de lo que yo verdaderamente entiendo es de peces.

El anciano estuvo relatando durante buen rato sus peripecias en la mar. La cantidad de capturas que había conseguido el verano anterior. Se quejaba de la mala suerte que le acompañaba este año. Ya llevaba ochenta y cuatro días sin coger un pez.

La  invitó a pasar el día en su barca. Le dijo que quizás este seria su día de suerte. El destino quiso que la encontrara sentada allí y eso le parecía un buen presagio. Le ayudó a  volcar su barca y acercarla a la orilla de la playa. La chica se subió en ella y el anciano hizo un último esfuerzo hasta colocarla de manera que las olas le ayudasen a emprender su viaje.

Poco tiempo después se adentraron en la mar disfrutando de la firme brisa que les acompañaba. Medio día había pasado sin divisar ni un solo ejemplar que capturar ese día.

   - Bueno joven, se dirigió el anciano a la chica. Creo  que los buenos augurios que tenía para contigo no han sido tan buenos. Así que regresaremos. Te dejaré en el mismo punto donde te encontré y lo volveré a intentar mañana.

Cuando cambiaron el rumbo encontraron de frente un banco de peces como jamás se había visto por aquellos lares. Se acercaron con decisión pero con cautela y con una pequeña red  empezaron a coger peces y peces y más peces. Parecía que los peces se metían voluntariamente en la red del anciano y este no se podía creer lo que le estaba pasando. A la chica solo se le ocurrió decir.

- Es algo digno de ser contado.

Una historia de constancia y supervivencia de un viejo y el mar.

1 comentarios:

CARLOS J. dijo...

Me encanta el comienzo, cuando se pregunta el personaje si las olas vienen o van, y la idea de puede haber personas que sean "expertas en olas" eso me parece extraordinariamente poético. Creo que es una magnífica idea para otro cuento, yo lo llamaría algo así como "El hombre que contaba las olas" o "todas las olas" animo a Marichón a que lo escriba... sino lo escribiré yo, jeje...

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